Entramos a comer en esa pequeña fonda con la impaciencia de siempre, pero de pronto cambió el semblante cuando escuchamos en la radio un estilo bárbaro pero fino a la vez, un sonido inconfundible. Años habían pasado desde la estrambótica fiesta donde un ebrio dee jay aventó a los platos toda una sesión de Esquivel, como sencillamente se le conoce al padre del lounge, aunque su primer apellido fuera García.
Recordamos una noche de martinis, gin tonic, copas de rosada espuma, modales y gestos sofisticados, de toda una generación, la de los 50 en Estados Unidos, que replanteó la liviandad a lo Gran Gatsby, pero con un optimismo espectacular y grandes dosis de un glamour que predelineaba la cultura pop norteamericana de los años 60.
Debutó a los 14 años en la W, y después su orquesta animaba los programas en vivo más populares en la “época de oro” de la radio en México, los años 40, y son de su autoría incontables temas de series de radio y después televisión.
Emigró a Estados Unidos incorporándose fácilmente a la industria del entretenimiento, y se convirtió en famoso icono de los salones de baile, con una cantidad enorme de coristas y músicos, bajo una dirección futurista y extravagante: la música de mister don Juan Esquivel.
Escuchar alguna de sus piezas es una experiencia inquietante: fugas arrebatadas de piano, seguidas de pegajosas melodías, ataques de percusiones (a la mambo) y cambios súbitos de tempo, además de una elegante frivolidad, con la distorsión de coros, para simplificar las letras en melosas onomatopeyas con 8, 10 y hasta 12 voces.
Lo más asombroso fue su interés por experimentar con el sonido estereofónico, a tales extremos, que calculaba el juego de cada instrumento de sus orquestaciones en un sistema de diálogo en aparente desorden, en el cual se podían oír pianos, trombones, guitarras, percusiones insólitas, campanas chinas, arpas judías, arreglos de cuerda de mariachis e instrumentos futuristas como el ondioline y el theremin, en un multidiálogo que brinca de un canal a otro. Su vocabulario musical era tan amplio que un amigo acuñó el termino sonorama para describir los complejos arreglos que hicieron las delicias de la cocktail nation.
Regresó brevemente a México y compuso la música del programa infantil “Odisea Burbujas”, que vendió más de un millón de copias, y fue creador de temas musicales para populares series de televisión como Baretta, La Mujer Biónica, Columbo, Kojak y Miami Vice.
En 1993 visita a su hermano en Cuernavaca, México, resbaló y se fracturó la cadera, recluyéndose desde entonces, pero su fama emergió de nuevo un par de años después, cuando las nuevas generaciones redescubrieron el exotismo de la música de los 50. Después de una vida gozosa y de lustre social, Juan García se encerró para siempre, y concedió contadas entrevistas, la última en un chat en Internet, contento de recordar su aventura musical.
Se le ha considerado superficial, por alimentar programaciones y productos ambientales llamados easy listening, de elevador o supermercado, pero hoy se le considera el creador de un concepto mutante de la cultura pop, el de la “era espacial” por televisión, y un innovador en la técnica de producción, al manipular con maestría la programación canal por canal, para orquestaciones de 22 instrumentos, lo cual es, digamos de paso, nada fácil.
Terminábamos el postre, dulce de tapioca en una tacita de plástico color champaña, cuando por la radio el locutor se despedía del programa: “Pues bien, este fue un homenaje al queridísimo maestro Juan García Esquivel, nacido en Tampico, Tamaulipas en 1918, quien falleció hoy, 3 de enero de 2002, en su casa de Jiutepec, Morelos... que baile hacia la eternidad”.
MP3
Esquivel – “Begin the Beguine”
Esquivel – “Surfboard”
Esquivel – “All of me”
Bonus:
Les Baxter – “Hong Kong cable car”
Astrud Gilberto – “Fly me to the moon (in other words)”